jueves, 23 de febrero de 2012

Hernán Casciari, un escritor de otra época.


“Se me podrá decir que tengo suerte, porque al final del camino cobré lo mismo por hacer la mitad del trabajo, pero ése es justamente el pensamiento rácano del periodismo actual. Mejor sería pensar: ¿Tiene sentido que un tipo que escribe tenga que expresarse conforme avance o retroceda la publicidad? Por lo menos no se trata de censura ideológica, es verdad, pero la decepción interna es idéntica”. 


Este fragmento de la columna Renuncio muestra parte del pensamiento de  Hernán Casciari, un escritor argentino, nacido hace 34 años en la ciudad de Mercedes, provincia de Buenos Aires.
Al leerlo por primera vez, me topé con un escritor directo, sin vueltas, que muestra, a través de la ironía y el humor, las actitudes más burdas del ser humano. Siempre partiendo de historias cotidianas y reales, que lo ubican a él como protagonista.

Desde charlas con sus amigos –El amigo librero-, viajes improvisados con su esposa y su hija –Debe haber sido increíble- o historias extrañas que le suceden a alguno de sus lectores –La hermana del amigo-, Casciari convierte situaciones del día a día, en columnas llenas de humor.

Esto se observa en La verdadera edad de los países donde a partir del comentario de uno de sus lectores, emprende una hipótesis que revela la verdadera edad de los países, la cual refleja la identidad y las características de cada uno de ellos: “Argentina tiene trece años y cuatro meses. O sea, está en la edad del pavo. Es rebelde, pajera, no tiene memoria, contesta sin pensar y está llena de acné. Por eso le dicen el granero del mundo”.

Fue a partir de experiencias personales que creó uno de los noveles géneros literarios: la blognovela, una historia escrita en capítulos inversos, atomizados, narrados en primera  y con una trama que ocurre en tiempo real.  En ella, los usuarios son participes activos de la historia, participando de la trama y hasta estableciendo qué pasos sigue el protagonista.

Un hombre de principios

Más allá de los diversos temas que trate o la estructura que adquieran sus textos, hay algo que Casciari nunca abandona: sus principios,  y así lo demuestra en toda su obra.

De hecho, para no fallarle a  esos principios, dejó de describir en el diario argentino La Nación  y en el periódico español El País. Así lo expresa en la columna Renuncio: “Renuncié hace unos días a mi columna de los domingos en el diario La Nación, de Argentina, y renuncio hoy a mi columna de los viernes en El País, de España. Noventa columnas y dos años de trabajo en La Nación; ciento veinte columnas y tres años en El País. Aprendí mucho de ambos periódicos. Aprendí, sobre todo, que solamente me puedo divertir en un medio sin publicidad, y que solamente puedo dormir los viernes —de un tirón, sin telefonazos intempestivos— en un medio sin ideología”.

Y siguiendo sus ideales, creó “Orsai”, una revista ideada junto a un amigo de la infancia y cuyos objetivos fueron tan claros como utópicos. Se trató de un proyecto cuya principal característica fue dejar de lado el tema económico, priorizando otros aspectos: que la revista llegué a todos los países, a un precio que se adecue a la realidad económica de cada país y que prescinda de intermediarios –es decir, sin publicidad-.

Así lo manifestó Casciari en la columna Matar la crisis a volantazos: “El mayor de nuestros objetivos, el que más ganas nos dará cumplir el uno de enero, es que la revista Orsai llegue a Cuba con un precio de tapa de 4 pesos cubanos, gastos de envío incluido. La misma que en Barcelona costará 20 euros, o 15 (ya veremos), y en el resto de Latinoamérica valdrá 11 dólares, o 9 (ya veremos)”.

Obsesiones recurrentes

Además de mostrar la ideología de Casciari, la revista devela cuáles son sus principales obsesiones, el detonante de muchas de sus columnas e historias, algo que plantea en Matar la crisis a volantazos:  “Los que han leído Orsai desde el principio saben que en estas páginas no hice más que hablar de tres antojos, de tres obsesiones que me nacieron con la década: los cambios absurdos en la sociedad moderna, la hipocresía en las relaciones interpersonales y la añoranza exagerada de un tiempo anterior o de un sitio lejano”.

A Casciari parece preocuparle que en el Siglo XXI todo sea diferente a lo que era unos años atrás, cuando las personas que hoy tienen 50, tenían 20. En esa época no había celulares ni Internet, y las computadoras -que recién aparecían- eran aparatos gigantes y muy ruidosos.

Pero todo cambió.  Ahora, con un celular se puede hablar con otra persona que se encuentra en cualquier parte del mundo. Se puede saber su ubicación y hasta navegar por Internet.

El celular es una herramienta fundamental. Tan solo basta con quedarse sin batería u olvidar el celular en casa, para comprender lo “necesario” que es en el día a día de la persona moderna. Los mensajes de texto del estilo de “¿Dónde estás?” son  los más comunes hoy, cuando antes eran innecesarios.

Lo mismo sucede con tantos inventos, producto del avance tecnológico: los microondas –cuya única particularidad es acelerar el proceso de calentamiento que tan bien realiza el horno o la estufa-, o la computadora –que reemplaza a nuestro cerebro, tanto para  la solución de problemas como para el contacto con nuestros seres más cercanos-.

No hay duda que este desarrollo tecnológico cambió la forma de actuar del hombre y esa es una de las preocupaciones del escritor argentino. Así se aprecia en la columna titulada Hansel y Gretel, donde Casciari utiliza la ingenuidad de una niña –Nina, su hija- para expresar el sentir de nuestra generación: “`No importa. Que lo llamen al papá por el móvil´. Yo entonces pensé, por primera vez, que mi hija no tiene una noción de la vida ajena a la telefonía inalámbrica. Y al mismo tiempo descubrí qué espantosa resultaría la literatura —toda ella, en general— si el teléfono móvil hubiera existido siempre”.

A través de dos personas muy cercanas –el padre y la hija- Casciari dilucida cómo cambia el pensamiento entre generaciones y las diferencias abismales que existen entre ellos a pesar de los pocos años que se llevan.

“La telefonía inalámbrica —vino a decirme anoche la Nina, sin querer— nos va a entorpecer las historias que contemos de ahora en adelante. Las hará más tristes, menos sosegadas, mucho más predecibles” (...) “Y me pregunto, ¿no estará acaso ocurriendo lo mismo con la vida real, no estaremos privándonos de aventuras novelescas por culpa de la conexión permanente? ¿Alguno de nosotros, alguna vez, correrá desesperado al aeropuerto para decirle a la mujer que ama que no suba a ese avión?, que la vida es aquí y ahora”.

Lo que trata de mostrar Casciari es que las relaciones interpersonales están en conflicto. Este hombre “automático” –como lo define el argentino- resulta un ser aburrido, apático, algo que influyó en la literatura contemporánea: “Ahora el lector busca emocionarse y divertirse rápido, ya no tiene tiempo de sentarse a leer tranquilo, un sábado por la tarde”.

Continuando con esta idea de hombre irreflexivo, otro ejemplo se observa en la columna Mínimos avances en la cama, donde Casciari muestra como todo mejoró en este mundo, menos la cama. A través de la ironía, muestra cómo todo en la vida del hombre es automático: “…me siento satisfecho: un aparato nos alerta sobre la hora de despierta; enseguida una máquina nos prepara el café; después un vehículo nos conduce al trabajo; allí un dispositivo piensa por nosotros y nos corrige…”

“Pero justo entonces –cuando más necesitados estamos de lo automático- sobreviene el fallo: antes de acostarnos, nosotros los hombres modernos, lo que ya hemos conseguido no realizar ni un esfuerzo físico, tenemos que hacernos la cama”

Otra de las características de este nuevo hombre es que cambió el contacto cara a cara por la conexión vía Internet. Las llamadas, las charlas, van disminuyendo, mientras que los mensajes de texto y el “chateo” durante horas -con personas que acaban de conocer- crecen.
Así se observa en Melancolía, donde el protagonista es un acérrimo defensor de la red social Facebook. Es por esto que le  “tiemblan las manos” cuando debe enfrentar personalmente a una mujer, y no a través de la computadora. De esta manera, Casciari muestra cómo se siente una persona que solo mantiene relaciones por Internet: “Esta mujer que conocí en el metro me dice que no tiene Internet. No sé nada de ella, nunca vi fotos, no sé de qué carajo voy a hablar”.
Otra de las obsesiones de Casciari es su país, Argentina, y –sobre todo- el hecho de llevar una vida alejado de esta.  Esto se aprecia en la columna El idioma de la infancia. Allí, a partir de una pregunta “ingenua” de su hija, él debe explicar qué es la patria y qué significa ser argentino.
A través del humor y la ironía, va mostrando –sobre todo- aspectos negativos de pertenecer a ese país y llevar a cuestas esa nacionalidad: “Ser argentino, hijita, es sentarse en un pupitre y aprender a decir yo, tú, él, nosotros, vosotros, ellos, durante una década entera, y después salir a la calle y no decir Tú ni Vosotros nunca más, ni aunque te fajen”.
El dulce de leche -invento uruguayo-, también es otra de las debilidades de Casiciari, y –según él mismo explica- se debe a su nacionalidad: “¿Qué estás comiendo hija mía? –Le pregunto- ¿Por qué no le estás poniendo dulce de leche a esa banana, a ese pan con manteca, a ese pedazo de queso, a esa torta de coco, a ese yogur, a ese flancito?”.
Sin embargo, cuando en el texto de Casciari todo parece irónico y negativo, aparece la luz de esperanza -que hasta puede resultar algo extraño para el lector-: “Papi nació en un lugar maravilloso. Si escuchas en la tele otra cosa, es mentira. Papi nació en un país al que nunca le fueron bien las cosas, pero que huele a tierra mojada y en el que, mires para donde mires, siempre hay algo que es verde y alguien que es tu amigo…”. De esta manera, Casciari también muestra ese lado positivo que tanta falta hace en la literatura contemporánea y que brinda algo de optimismo al futuro.

miércoles, 29 de junio de 2011

Vivir a lo Peñarol


“Como si hubiera sido ayer, este gol me da vueltas en la cabeza con nitidez. A partir de ese momento, mi cuerpo le hizo lugar a la pasión y fue Peñarol el equipo que lo llenó”, dice Maximiliano Patri, de 22 años de edad, mientras mira un video del conjunto carbonero.

El 12 de noviembre de 1997, en una noche cálida de Montevideo, Peñarol conquistaba su segundo quinquenio en la historia. Fue después de vencer 3 - 0 a Defensor Sporting. El tercer gol lo marcó uno de los ídolos más grandes en la historia reciente del club, el Tony Pacheco.

Ese día, los hinchas vivieron un hecho histórico. En un estadio repleto, los parciales aurinegros vieron cómo su equipo conseguía un logró que los marcaría. Maxi, que tenía 8 años, presenció el encuentro desde su casa en el barrio Peñarol.

“Lo grité con tanta fuerza que desperté a mis padres. Mi madre se pegó flor de susto”. El gol del Tony Pacheco marcó un antes y un después en su vida. A partir de esa noche de noviembre, comenzaría a darse cuenta lo que le representa ese equipo. “Es tan importante como mi familia o amigos. No tengo recuerdos de mí sin ser hincha del carbonero”.

Maxi es un joven extrovertido y simpático, pero tiene un carácter fuerte. “En casa ya le conocemos sus estados de ánimo. Cuando está empacado ni le hablamos para evitar problemas”, cuenta Mario -su padre- con una sonrisa, mientras le toca la cabeza. “Lo que destaco de Maxi es que nunca se da por vencido. Cuando tiene que hacer algo, ya sea de estudio u otra actividad, agota hasta el último recurso para lograrlo”.De esta manera, Maxi lleva adelante una forma de vida que le transmitió su propio equipo.

¿Cuál es tu peor defecto? “Soy muy jodón, me río casi todo el tiempo. Siempre lo hago para divertirme, en una bien. Pero muchas veces, sin darme cuenta, lastimo al otro. Es un defecto que lo tengo desde chico, intenté cambiarlo, pero soy así”. Esta característica de Maximiliano, lo hizo tener discusiones con varias personas. “Pero después que me conoces bien, te das cuenta que soy un buen loco”.

Su familia está compuesta por sus padres -Mario y Liliana- y sus hermanos –Juan Pablo y Franco-, que nacieron cuando Maxi ya recorría la adolescencia. “Fui hijo único durante gran parte de mi vida. Recién a los catorce años supe lo que era ser hermano.  Ahora, viendo mi vida con ellos, me doy cuenta todo lo que me faltó durante esos años”.

Los melli – sus hermanos- tienen siete años y son fanáticos de Peñarol. Ellos tienen una razón para ser hinchas de este equipo: su hermano mayor. “Por suerte no tuve problema en hacerlos de mi cuadro. Se fueron dando cuenta de lo que significa. Ahora les encanta ir al estadio y mirar cada partido”.

Sin embargo, él no tuvo un hermano mayor ni un padre que le inculcara el amor por esta camiseta. “Lo más raro es que mi padre no es hincha del manya. De chico era de Nacional. Ahora dice que es de Peñarol, pero por nosotros”.

¿Cómo nace tu amor por este equipo? “El responsable es mi abuelo materno, Nelson. Él es un fanático desde hace más de setenta años y tuvo la suerte de verlo campeón de todos los torneos que disputó. A mi tío, el hijo de Nelson, no le gusta el fútbol. Si bien es manya, no lo siente con tanta pasión como mi abuelo”. Maxi es quien heredó ese fanatismo que los une tanto. “Futbolísticamente hablando él es como mi padre y yo como un hijo para él”.

Desde hace cuatro años, Maxi está de novio con María Eugenia. La conoció en el liceo gracias a una amiga que tenían en común. “Le conté a Vale, una amiga mía, que me gustaba una chico más grande. Resultó que ella lo conocía”, si bien Maru –como le dice su novio- se enojó con su amiga en un primer momento, reconoce que gracias a ella comenzó a hablar con Maxi.

A pesar de llevarse muy bien, ella tiene una particularidad que parece poco compatible con él: es hincha de Nacional. “En realidad no me gusta el fútbol, soy de Nacional para pelear a Maxi. Eso sí, a veces odio a Peñarol porque nos saca tiempo juntos. Hasta me hace pensar que es más importante que yo”, cuenta María Eugenia, entre risas.

¿Por qué les saca tiempo juntos? “Nosotros tenemos un noviazgo diferente a otros. Por razones de estudio y otras actividades podemos estar juntos solo los fines de semana. Pero el día que juega no nos podemos ver”.

Ella es muy importante en la vida de Maximiliano. Fue la primer y única novia que tuvo y la relación se mantiene tan firme como el primer día. “Somos muy compañeros. Además de novios, somos amigos. El año pasado viví una situación difícil que pude superar gracias a él. Cuando pierde soy la única que lo pone de buen humor”, explica Maru.

Además de ella, hay otras personas cercanas a Maxi que tiene gustos futbolísticos diferentes a los de él. “Algunos de mis mejores amigos son de Nacional. El cuadro no es determinante en cuanto a la relación que tengo con las personas. Pero de fútbol, con ellos, no puedo hablar porque siempre termino peleándome”.

Con Federico son amigos desde que tienen seis años y es una de las personas que mejor lo conoce. Él es completamente diferente a Maxi: es muy tímido, pero se complementan muy bien.

¿Que lo hace buen amigo? “Siempre te apoya y sé que puedo contar con él en cualquier momento. Si necesito un consejo, es a Maxi a quién acudo”, asegura Federico, un fervoroso hincha de Nacional. No somos de pelear, pero cuando de fútbol se trata podemos tener discusiones eternas. Por eso,  evitamos hablar de nuestros equipos”

Otro de los rasgos que destaca Federico es la pasión que tiene Maxi en todos los aspectos de la vida. “Todo lo que hace, trata de hacerlo de la mejor manera posible. Cuando se compromete con algo, pone lo mejor de sí para lograrlo y  muchas veces lo consigue gracias a su autoconfianza”.

En el colegio siempre estaban juntos. “Se trataba de una dupla muy graciosa. Eran como el gordo y el flaco. Maxi, en su niñez era gordito y bien pelirrojo. Fede, era bien flaco y bajito”, cuenta Alicia, la maestra de Maxi en tercero de escuela. “La verdad que siempre fue una persona divina. Rebelde y pícaro, pero encantador”.

Estudia Comunicación en la Universidad de Montevideo. Está en cuarto y “sí Dios quiere” se recibe este año. Su idea es ser periodista y trabajar en televisión aunque sabe que es difícil. “A veces tengo miedo de no conseguir trabajo como periodista. Sé que la voy a tener que pelear, pero es lo que me gusta. No  me veo haciendo otra cosa”. Para él, lo fundamental en la vida es perseguir los deseos personales y tener confianza de que, si actuamos bien, todo llega.

Como estudiante es aplicado, aunque bastante revoltoso y charlatán. “Por suerte, Maxi nunca nos dio trabajo en los estudios. Siempre fue un buen estudiante y estamos orgulloso de él”, asegura su madre Liliana.

Cada fin de semana, Maximiliano va a ver al equipo de sus amores. No hay cumpleaños ni exámenes que lo alejen del estadio y reconoce que eso le trajo muchas peleas con sus padres y su novia. “Hace un par de años, el clásico con Nacional se jugó el día de la madre. Mi viejo hizo un asado para festejarlo, pero yo me fui al estadio. Por suerte mi madre me entiende”.

Siempre va con los mismos cinco amigos. Para él, ir al estadio es una rutina. “Los fines de semana que no jugamos es como si me faltara algo. Además, es una excusa para verme con mis amigos”.

El pasado jueves 2 de junio, Maximiliano y sus amigos vivieron uno de los momentos más felices de sus vidas. “Viajamos a Argentina a ver al manya por la Libertadores. Le ganamos la serie a Vélez y clasificamos a la final. Estar en otro país y ver a tanta gente con la camiseta de mi equipo fue realmente emocionante”, cuenta Maxi con los ojos llenos de lágrimas.

Pero muchas veces, los resultados no son los que el hincha espera, es entonces cuando, según Maximiliano, se ve quién quiere a Peñarol realmente. “También tuve muchos partidos malos. En el 2005 cuando, por culpa de la barra brava, nos sacaron más de 10 puntos y quedamos últimos en el torneo, fue difícil de asumir. Viví muchos clásicos perdidos, campeonatos malos, etc. Pero esos momentos complicados son los que me hacen quererlo más. Porque los verdaderos hinchas son los que están en las malas y no solamente en los buenos momentos”.

¿Peñarol no te quita más de lo que te da? “Es verdad que por mi equipo gasto dinero y pierdo tiempo que podría destinar al estudio o a estar con mi familia y mi novia”. Sin embargo, le brinda algo que va más allá de lo material. “Cuando gana me genera una alegría inmensa. Lo que siento por el carbonero es algo inexplicable”.

Se dice que ganar a lo Peñarol es dejando todo en la cancha, dando hasta el último esfuerzo por conseguir la victoria. Así vive Maximiliano: siguiendo sus deseos y brindándose por conseguirlos. Porque para él, Peñarol es mucho más que un equipo de fútbol: es una forma de vida.

jueves, 16 de junio de 2011

El orgullo Charrúa -Fotoreportaje sobre el Grupo Choñik-

“Para mí, como integrante del Grupo Choñik, el rescate de lo indígena en Uruguay es el propósito de mi vida”, explica Cyro Rodríguez uno de los fundadores del Grupo Choñik en Uruguay. Surgió en 2004 como un espacio de encuentro, investigación y difusión que reivindica  las raíces Indígenas, a partir de la cultura, las expresiones plásticas y musicales.

Su bisabuelo, el Indio Espinoza, fue quien dejó el legado charrúa en la familia que hoy Cyro continúa con orgullo. Creció escuchando las historias de su madre. En esa etapa de su vida, captaba perfectamente todo lo que ella le decía y lo entendía como si fuera un adulto. Sin embargo, en su adolescencia se alejó por un tiempo del mundo indígena. Según explica, los estudios lo fueron separando de sus antepasados.

Todas las semanas, el Grupo se reúne en casa de Cyro.
Pero Cyro estaba destinado a continuar el camino que el Indio Espinoza había comenzado a recorrer. Ya entrando en la juventud tuvo sueños relacionados con actividades indígenas. En el año 1995 participó de una ceremonia con Nativos del Norte en Villa Argentina donde le comentó sus visiones a los chamanes que asistieron a la ceremonia, quienes le dijeron que en su interior encontraría todas las respuestas.

Años después, en una exposición cultural indígena conoció a Paula, su actual compañera. Junto a ella continúa con esta causa que, como él mismo dice, es la razón de su existencia. 

EL GRUPO CHOÑIK. “En los comienzos éramos cuatro o cinco. Hoy, los ancestros dirían que nos integran Mar, Muchos. Alrededor de 10 en Montevideo y 20 más en el Interior”. 

Cyro y su familia continúan los rituales Charrúas.
En sus inicios, el Grupo estaba dedicado a las expresiones artísticas. Con el tiempo, ha ido evolucionando e integrando las inquietudes sociales y teniendo como premisa fundamental la búsqueda de la reivindicación de los Derechos de los descendientes de Indígenas.



“Sin abandonar la propuesta cultural y artística, venimos trabajando en la red de organizaciones de la Sociedad Civil que promueven los Derechos Humanos, luchando por la inclusión social y el bienestar de quienes nos auto reconocemos como actuales Charrúas”, asegura Cyro, quien reclama fervorosamente por el reconocimiento del aporte de los indígenas en la Gesta Libertadora en nuestro país, así como la matanza indígena de Salsipuedes y los aportes culturales Indígenas a nuestra sociedad, como el mate y el asado, que hoy en día son elementos característicos de la cultura uruguaya.

Otros de los objetivos perseguidos por el Grupo es la ratificación del Convenio 169 de la Organización Internacional del Trabajo, que trata la legislación Internacional acerca de los Pueblos Indígenas y sus Derechos, por parte del estado Uruguayo. Así como la inclusión de la Temática Indígena en los Programas Educativos de nuestro país.

ACTIVIDADES DEL GRUPO. El Grupo Choñik participa en diversas actividades  que van desde lo artístico y educativo hasta lo social. 
Se destacan los Talleres de Música y Cultura Indígena del Uruguay en centros educativos y culturales, donde el Grupo transmite algunos de sus conocimientos a las demás personas. Así sucede en el Colegio Gandhi, donde Cyro y Paula enseñan a los niños el lenguaje charrúa, así como la utilización de los instrumentos musicales característicos.
Por su parte, Creaciones Étnicas Chaloná es el primer emprendimiento productivo de mujeres indígenas del Uruguay. Se trata de un espacio creativo del Grupo Choñik, donde las mujeres descendientes de indígenas del Uruguay se unen con el propósito de recuperar los valores ancestrales propios de las abuelas originarias Charrúas y otras etnias. 
Además, realizan encuentros conmemorativos en las fechas importantes para el Movimiento Indígena en nuestro país y en toda América, así como ceremonias cada Luna llena y se relacionan con las Organizaciones de la Sociedad Civil, promotoras de los DDHH.


DISCRIMINACIÓN, UN MAL INVISIBLE.En Uruguay, a pesar de las negaciones, existe una discriminación, desde lo histórico, muy grande”.  

A través de la persecución, la prohibición de la lengua, se trató de borrar a la Cultura Indígena. “Sin embargo, resulta imposible desaparecer una cultura de un plumazo, y es allí cuando llega la discriminación”. Para Cyro, se trata de una discriminación que se encuentra en el inconsciente colectivo de la sociedad que lleva a rechazar todo lo que no provenga de lo europeo. 

“En mi casa era un orgullo ser descendiente del Indio Espinoza. Lamentablemente esto no sucedía en todos lados”.

Fue así como el Charrúa se integró a una sociedad que no lo aceptaba y por protección se guardó para sí su lengua y su cultura. Como estrategia para poder sobrevivir, no aceptaba públicamente su condición. Algo que, según Cyro, continúa sucediendo hasta el día de hoy.

En lo personal, Cyro tuvo dificultades para conseguir trabajo, a pesar de contar con los estudios necesarios, debido a su pelo largo y a su vestimenta que no se adapta al común de la sociedad.


UNA ESPIRITUALIDAD QUE TRASCIENDE FRONTERAS. "¿Me escuchas bien? ¿Cómo están? ¿Se están preparando para el 21?" Le preguntaba Ale, una de las integrantes del Grupo, a otro integrante de Choñik que reside fuera de Montevideo. A través de Skype, el Grupo se comunica con las personas que residen alejadas de la capital.
"Hay integrantes en  Montevideo, Paysandú, Artigas, Rivera, y también en Suecia donde van a fundar Grupo Choñik el próximo 21 de junio, Año Nuevo indígena", argumenta Cyro mientras mira la computadora con una sonrisa en su rostro.

LOS VALORES DEL CHARRÚA. “Nuestra lucha es una lucha de todos los días, y todo lo que hacemos está destinado a crear una sociedad mejor. Donde todos estemos unidos, sin competitividad, sin individualismo”.

“La sociedad uruguaya debe tener esta conciencia de los ancestros indígenas. Donde la música, el deporte, la educación sean herramientas que nos ayuden a encontrarnos, a divertirnos y a estar cada vez más unidos”.



miércoles, 8 de junio de 2011

Oidos sordos

¿De qué hablan las mujeres que no les gusta el fútbol? Fue la duda de un amigo durante una de las típicas reuniones que tenemos los viernes por la noche.

En estas, el orden del día es casi siempre el mismo: primero desglosamos todo lo pertinente a la Copa Libertadores. Luego hablamos del fútbol uruguayo y la Copa América que se aproxima. Mientras tanto, nuestras respectivas novias están sentadas frente a nosotros, riéndose de vaya a saber uno qué.

Una vez terminado el fútbol, llega el turno de las mujeres. Las participantes de ShowMatch –Pamela Anderson incluida- se llevan el primer puesto. El podio lo completan nuestras crecidas compañeritas de colegio y las mozas del bar donde se lleva a cabo la reunión.

Pero lo del viernes pasado fue inusual. Después de casi tres horas de pelota y piernas, hubo silencio por unos minutos. Sin embargo, las mujeres continuaban riéndose y hablando sin parar. Fue allí cuando uno de mis amigos hizo “la pregunta”.

Instantáneamente, largué la carcajada. En ese momento de excitación, dentro del bar y con algunas copas encima, pensé–como el resto de mis amigos-. ¡Qué poca emoción tiene la vida de las mujeres que no les gusta el fútbol!

Me acerqué a la primera mujer que vi. Aunque no la conocía, traté de sacarme la duda. Su respuesta fue contundente: ¡Qué básico que sos! La verdad que tiene razón. Si me sacan el fútbol, soy yo el que no tiene de que hablar. Solo me resta tratar temas de interés nacional, noticias del momento o cultura general.

Temas que realmente son importantes para una persona. Pues forman parte de la vida y la nutren culturalmente. Por su parte, el balompié no te da nada. Sino que te quita: dinero –mucho-, salud y hasta amor –más de uno quedó soltero a causa de este deporte-.

Es por eso que voy a dejar de ver, hablar y practicar todos los ejercicios que se vinculen al fútbol. Así, de una vez por todas, dejo de ser una persona básica, para convertirme en un hombre completo. De ahora en más buscaré nuevos pasatiempos, nuevas pasiones. Me recomendaron el ajedrez, voy a ver qué tal.

miércoles, 1 de junio de 2011

Raros y famosos

Gente increíble -léase rara- hay en todos lados. De eso no existe ningún tipo de dudas. Sin embargo, algunos se destacan como los más increíbles del mundo y se acumula en el libro de los récords Guinnes. Es gracioso ver cómo la gente realiza hazañas increíbles con tal de batir estas marcas ridículas. Shridhar Chillal es uno de ellos. Tiene las uñas más largas del mundo. Radhakant Bajpai, de la India, es otros de ellos. Los pelos de sus orejas miden 13,2 centímetros.

Sin dudas, la mayoría de los que aparecen en este particular libro se desespera por estar allí. Sin embargo, hay otras personas que no han tenido ninguna intención de ingresar, aunque –inconscientemente- lograron los méritos para ubicarse dentro de este grupo selecto. Muchas veces se trata de celebridades. Así sucede con José Mourinho, más conocido en el ambiente Guinnes como el hombre que derramó mayor cantidad de líquido de su cuerpo –y no es precisamente orín ni transpiración- en una sola temporada. No en vano recibió el apodo de Llourinho. ¡Enhorabuena Pepe!

Otro récord no reconocido es el de Joseph Blatter. Su proeza es la de tener mayor cantidad de adeptos silenciosos en todo el mundo. Lejos de ser un líder que cuenta con seguidores fanáticos que se expresan a su favor, el dueño del fútbol mundial solo tiene rivales. Sin embargo, a la hora de elegir un nuevo Presidente de FIFA, Blatter siempre gana.

Si hablamos de récords, Berlusconi no queda afuera. El máximo mandatario italiano tiene la habilidad de acostarse con mujeres que nacieron medio siglo después que él. Sin embargo, Silvio está intranquilo, alguien trata de arrebatarle su récord: hablo de Dominique Strauss-Khan. El ex presidente del Fondo Monetario Internacional no anduvo con chiquitas –en realidad sí- y trato de tener relaciones con su mucama -30 años menor que él- luego de corretearla por todo el hotel, desnudo.

La multimillonaria Paris Hilton también tiene derecho a entrar al libro Guinnes. Por ser la persona con mayor producción de películas independientes –este premio lo comparte con su pareja de turno-. Este galardón puede ser discutido por otros productores independientes. La blonda solo se limita a un género. Y ya todos sabemos cuál es.
John Lynch tiene 241 piercings en su cuerpo. Todo un logro. Charlie Sheen, para no ser menos, se lanzó en busca de su propio record: ser el hombre con mayor cantidad de elementos dentro de su cuerpo. Aunque ustedes ya saben que no se tratan precisamente de piercings.