Ayer me quedé dormido. Entraba a la facultad a las 8 y me desperté 7:50. Podría haber ido así nomás y llegaba en hora. Preferí bañarme, perfumarme y vestirme bien.
Al llegar a la facultad me encontré con Miguel, un amigo. Me preguntó por qué había demorado tanto, le expliqué que preferí bañarme antes que ir desprolijo. Fue entonces cuando me contó su interesante hipótesis sobre los hombres, titulada: La razón.
A través de esta, explicaba la razón -última- por la que el hombre se vestía, comía, se ejercitaba, peinaba y hasta estudiaba: la mujer.Según su extraña teoría, todo lo que el hombre hacía desde que se levantaba hasta que se acostaba tenía que ver con las mujeres.
Para que yo entendiera su punto, empezó a hacerme preguntas sencillas. Partió desde el comienzo:
-¿Por qué te bañaste hoy?
-Para estar limpio, contesté.
-¿Para qué querés estar limpio?
-Para que la gente me vea bien.
-¿Te importa que yo te vea bien?
-No.
-¿Te importa que ella –señalando la morocha más linda de la universidad- te vea bien?
-Sí.
-Ves, así pasa con todo –me explica- . Cuando vas al gimnasio, no lo haces para tocarte los
músculos vos, sino para que te los toque una mujer. Lo mismo pasa cuando vas a la peluquería. El corte de pelo no es para que tus amigos te halaguen, sino para que una mujer te mire.
-Me parece un pensamiento bastante básico -le dije. Palmeé su espalda y me fui a clase.
De noche, mientras miraba televisión en el living de mi casa, mi hermano de 15 años estaba jugando al playstation en su cuarto. Entonces recordé la teoría de Miguel. No creo que mi hermano juegue al play por esa razón. Tampoco creo que mi padre lea el diario, ni que mi abuelo salga a caminar por la rambla por las mujeres.
Ya refutada la teoría –sexual- de Miguel, seguí pensando en las mujeres y lo que significan para el hombre. Me imaginé la vida sin ellas. Un boliche, una clase, o un ómnibus solo de hombres: qué delicia.
Entonces, comencé a comprender el rol protagónico que ocupan las mujeres en nuestra vida. Imagínense El Padrino sin Al Pacino, o los argentinos sin Maradona: no sería lo mismo. La vida del hombre sin las mujeres sería peor, no hubiéramos subsistido. En realidad, sin ellas ni existiríamos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario