viernes, 6 de mayo de 2011

Mis alergias

Cuando hablamos de la palabra alergia, la vinculamos rápidamente a estornudos o toses indeseables que generalmente se dan en el ómnibus cuando vos o yo estamos al lado de esa persona.

Sin embargo, alergia tiene otro significado que va más allá de una tosecita. Es definida también como una sensibilidad extremada y contraria respecto a ciertos temas, personas o cosas. Si esto es así, yo tengo una gran cantidad de alergias. 

Le tengo alergia a las personas que van a McDonald’s en plena dieta. Piden la hamburguesa más grande de todas, papas fritas extra large –que luego inundan con kétchup y mayonesa-, y terminan la velada con un rico helado de crema y dulce de leche. Sin embargo, a la hora de la bebida, se limitan a pedir una Coca Light. Hay que avisarles que la coca no actúa como un quemador de calorías, de hecho tiene muchas.

Otra de mis alergias es la vieja asiento del ómnibus. Yo sé que tienen muchos años, que las rodillas no le soportan el peso de su cuerpo y que su cola está hecha para ir apoyada en un asiento, sin embargo, odio la desesperación que les entra al ver un lugar vacío. Ojo, hay señoras –la minoría- que logran ocultar a la perfección su deseo insaciable de sentarse. A ellas les cedo mi asiento.

Odio cuando la gente come con la boca abierta. Ya bastante fea es la polenta como para verla masticada y mezclada con baba. Peor es si además te hablan. En este caso, hay que tener cuidado de que ningún extracto de comida termine en tu camisa. Una mención especial merece el cine: el único lugar que reúne a cien masticadores de boca abierta comiendo sin parar durante dos horas.

Siguiendo con el punteo, llega la alergia del tránsito: los taxis. Estoy convencido de que la patronal de taxis realiza un casting para seleccionar a las personas más soberbias del mundo. En esta alergia no excluyo a las motos. Cada vez que manejo me dan ganas de ser una bola de bolwing y hacer un strike con todas las motos que tengo adelante.

Por último, mi alergia madre, lo que más detesto: el cigarrillo. Odio a la gente que me fuma al lado, y tira el aire encima ¿Tengo cara de extractor, acaso? 
No soporto el olor que desprende una persona que acaba de fumar. Un olor rancio, asqueroso. 

Después de todo esto, pensaran que soy un histérico, que me molesta todo. Probablemente así lo sea y lo seguiré siendo hasta que inventen algún antibiótico contra mis alergias. 


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