Tengo un amigo que es bien uruguayo. Se llama Darío y odia el carnaval con toda su alma. Nunca en su vida iría al Teatro de verano por voluntad propia –salvo que ese día hagan el desfile de Roberto Giordano ahí y se llene de minas- . Es más, odia a la gente que va, no la puede ver.
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Ustedes se preguntarán, ¿qué tiene de uruguayo este tipo si no tolera ninguna de las cosas características de acá? Yo les digo que tiene todo para ser el prototipo de uruguayo.
El uruguayo tipo siempre está en la chiquita y así es Darío. Si vamos en auto, él siempre quiere viajar como acompañante. Atrás nunca. Su estrategia es simple: cuando estamos llegando al auto se empieza a hacer el boludo -se le caen las monedas, se le desatan los cordones, tiene que mandar un sms de vida o muerte-, hasta que se suben todos. Cuando esto no le funciona, explica que le da miedo andar sin cinturón –la mayoría de los coches no tienen cinturón trasero-.
Otra típica es la del vuelto. Si vamos a comprar algo entre todos, Darío nunca pone su plata primero. Espera que todos paguen, para poder elaborar la estrategia necesaria con el fin de salir beneficiado. Otras veces, utiliza una táctica que nunca falla: el olvido de billetera. En este caso, Darío pide un préstamo que nunca va a pagar. Continuando con el tema monetario el uruguayo tipo tratará de sacarle jugo a todo aquello por lo que haya abonado. Es decir, si compra una entrada para un boliche no se va hasta que se apaga la música.
Por último, está el tema de la parla, algo que no debe faltar en persona que se autodenomine uruguasho. En discusiones, Darío no pierde una. Por ejemplo, si se discute qué actividad realizar, ya de antemano sabemos que vamos a hacer lo que Darío quiera. Su excelente empleo de la retórica hará caer cualquier argumento que se entrometa en su camino.
¿Cómo podemos bancar a un tipo así? No lo sé, pero es inevitable quererlo. Y así le pasa a todos los que tenemos un familiar, amigo o conocido que es un uruguayo tipo.
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